Sostenme fuerte la mano, lo que hayas sido ha sido olvidado. Desprendes la suerte humano, ni mi amor esta tan calmado. Sigueme al silencio del cosmos, demos paseos en sus escombros. Sombra tranquila, errante, de blanda confianza. Temblor agonizante. Navegando entre los muertos, con mi barca, soy como la Parca. Tu espíritu caerá, no cambiaras, sigues igual, te veo mal. Déjame curo tus labios, llenos de cortes, te abrazo el alma así no te rompes. Pagame Óbolos, Denarios, te llevo encima del Aqueronte. ¡Yo soy Caronte! Te quedarás cien años vagando, si no me pagás, la paz buscando. Rodeado por extraños lamentos del Tártaro, te atormentaras. Te doy la bienvenida ¿Estas bien vida mía? Estos son los campos Elíseos. Acá florecen, crecen, Narcisos. Te miro y me vuelvo indeciso. Mucha belleza, me desespera. Suelta ese espejo, que me encarcela. Estuviste en la Tierra, fuiste la Tierra, convertida en Tierra. No te me pierdas, como el agua y la perla, te me desvelas. Miro las orillas que hay en tu rimel, tu tristeza me gime, tu inocencia se extingue. Tu presencia consuela, el olvido congela. Hambre besa a los muertos, de favoritas tienen a las flores como alimentos. Este es el campo de Asfódelos. Yo te lo muestro, estoy dispuesto. Te lavo tu piel, la arranco del cuerpo. Si tienes deseos, yo te los creo, tengo los objetos de Hypnos y Morfeo. Este es el Hades, el sueño eterno. Si te apetece, yo te despierto. Confía en mi, guardaré los secretos. Soy Tanatos, persiguiendo tu afecto. Ya no te veo, siento que te pierdo. Me impaciento, te busco con miedo. ¿No tengo ojos? Creo que estoy ciego. ¿Tengo una venda? Creo que estoy ciego. Remonto remotos maremotos en el epicentro de mi corazón seco. Escucho las lágrimas, escucho los ecos. No lo soporto, muero de nuevo, desciendo al averno. No lo entiendo, caigo de nuevo, desprendo lamentos. Creo que son los colores del cielo... Creo que son los colores del cielo...