Escupiendo a los santos ¡Me abandonan y les canto! Tanto y a la vez tan poco, cicatrices en mi hombro. Acomodo el pescuezo, mil puñales viniendo de regreso. Mientras bailo, con mi corazón, sangrando. Yo le hablo, le doy tacto, y el sistema hostigando. Abrigo la sinceridad con las ropas de la crueldad. Tengo los dados soplados del ladrón, ¿Quién me robara el amor? Pisoteando a las sombras, recordando las estrofas. Mientras alimentas superficialidades, apariencias, vanidades. Que te guían hacia la desgracia como la miseria en Tracia. Yo también estimaba a la patria, pero curiosamente se disfraza de muchas y diversas banderas. No le importa lo que quieras, no le importa lo que creas. Tú rencor de azufre, deja ver en tú mirada una gran tormenta. Mi terquedad ¡Arde! Mi pureza, un caramelo masticable. Yo soy ¡Ashur! la serpiente con la lengua más filosa. Enjaulados mis deseos en una botella repleta de hojas y prosas. Revolviendome las vísceras. Mentiras delante de tus intenciones, son cuestiones, conozco la risa que me brindan tus palabras mugrosas. Falacia puntiaguda. ¡Venenosa! Chorreando esta bilis, malicia oxidada, de mi desquiciada psiquis. Fueron tus hierros los que conocieron la gloria. Tu modestia una maldita zorra. Palabras de mi boca, como las nubes lloran, en un pobre corazón. ¡Devoción! ¡Me descoce mi error! Atiendeme la herida, necesita un poco de agua hervida. No fuiste más que cenizas y lodo. ¡Estuve en el invierno, corriendo con los lobos! Di cuentas a mi razón, me queda el aguijón, un escalón inoportuno, muere mi día ahora es mi turno. De este odio, brotan, miles de frutos. Era una tortura, me devoro mi cordura, dama de la fortuna, tu sonrisa es la más bella. Soledad... Todo me recuerda a ella...