En una celda oscura y fría, un viejo anhelaba la luz del día. Con barrotes que aprisionan su andar, soñaba con la libertad al mirar. Con arrugas profundas en su rostro cansado, planeaba escapar, estaba decidido y animado. Entre sombras y susurros en la noche callada, trazaba un plan para romper su morada. Guardias vigilantes, la llave en su poder, el viejo astuto comenzó a tejer, una red de engaños, un juego sutil, para alcanzar la libertad, su anhelo viril. Con astucia y paciencia, cada paso calculó, las noches se volvieron su aliado, lo saboreó. Túneles secretos, un mapa en la mano, el viejo trazaba su ruta, su destino temprano. Siguiendo la luna como guía en la penumbra, sorteaba obstáculos con astucia y tumbra. Los barrotes cedieron, la puerta entreabierta, el viejo escapó, su corazón latía alerta. Bajo el manto estrellado, corría veloz, su historia de fuga, un épico veloz. Atrás quedaba la cárcel, el pasado sombrío, el viejo buscaba un futuro despejado y vacío. Así, entre rimas y susurros nocturnos, el viejo escapó de sus grilletes siniestros. En la libertad encontró su refugio anhelado, una historia rimada de un pasado superado.