Pero al mismo tiempo es una forma de recordar los momentos que nos mantenían vivos y recordar la belleza que es mantenernos en el camino. La tortura sirve para eso, para no olvidar porqué respiramos y porqué estamos aquí, aunque nuestro motivo para hacerlo ya no sea la persona que amamos. Quizá ese no era el motor de nuestra vida, quizá ni siquiera fue una razón importante para sobrevivir, pero la música se empeña en hacernos creer lo contrario. La amamos, pero de que nos maneja a sus antojo, lo hace y no es agradable saberlo ni sentirlo, pero mucho menos lo es sabiendo que no podemos hacer nada, más que apagar el reproductor y continuar la vida.